Los domingos son
una casanaufragio construida en los años del castigo
a veces cárcel,
mundo de fondo marino, verdeoscuro
Allí trabajo con las palabras como un relojero:
las abro
las miro por dentro
las guardo en cajas de terciopelo,
Hago experimentos de alquimista con las palabras.
Es algo que roza lo prohibido
y estoy a punto de saber demasiadas cosas.
Elaboro una clasificación como la de la Linneo, una taxonomía de palabras.
Sigo la historia de la humanidad a través de las lenguas:
he visto una guerra en aquel verbo,
y dentro de esa vocal esta la vida de alguien
que murió y que amaba,
esta mi cuerpo ahogado y vencido
Por la tarde juego con los símbolos como un malabarista
juegos matemáticos para la lluvia y las ventanas cerradas,
pero la lógica se hace tridimensional
y yo entro en un mundo de laberinto con minotauro
blanco y negro y lleno de aristas.
Me pierdo buscando la solución
entre ciudades teóricas y cazadores de recompensas que no me hablan.
En una habitación he instalado un larvario para criar insectos
estudio sus bocas y cuento las áreas de sus alas
intento nuevas clasificaciones
les miro como si fueran joyas, imagino anillos y alfileres.
También tengo un telescopio para ver la luz que ya no existe,
que no te ha conocido.
Me guío por el tiempo como un navegante, con tus dos astrolabios.
Tu estas durmiendo al otro lado del espejo.
Yo te abrigo con música de madera templada de un violoncelo .
Te despiertas
La palabra hojarasca se ha caído al suelo y, al pisarla, cruje